Lee y resuelve la historia del perro inteligente para primaria









Hola mis amigos docentes aquí les traigo una hermosa historia sobre el perro inteligente que espero les gusté ya que es una creación propia que hice con mucho cariño y respeto para todos ustedes del cual aquí les dejo un poco sobre la historia.

¡Corre, hijo! ¡Corre! Él voltea a mirar envalentonado, por esa voz que distingue entre el humo y los gritos se siente capaz de cualquier cosa. No me agarrarás, tambo de mierda, dice y corre.
La madre, cubriendo a los hermanos pequeños, lo sigue ansiosa con la mirada. Mañana no vendré a clases, señorita, por fiestas la policía va a cerrar el mercado y nos tenemos que quedar a dormir cuidando nuestro sitio, había dicho el día anterior a la hora del recreo. Envuelto en una manta y recostado sobre el costal donde guarda su mercadería, esa noche, en medio de la cal le que rodea el mercado, no pudo dormir bien.

Despertaba sobresaltado y veía cómo su madre abrigaba a sus dos hermanos más pequeños y fijaba sus ojos en él. Ya estaba de pie cuando las luces del alumbrado público se apagaron; miró a lo lejos, amanecía; se puso alerta, ya lo sabía; miró el reloj del parque y al momento sintió el ya conocido ruido del ajetreo policial. Y ahí estaba la autoridad, enfrentándolo, se ve temible con todo lo que lleva encima. Él ya sabe lo que le espera, a sus siete años recién cumplidos, ya sabe lo que son las "correteaderas" como él les dice. Cuántas veces lo han perseguido como a un delincuente. Cuántas veces le han quitado su mercadería y ha tenido que volver a empezar. Ya estoy acostumbrado, dice. Para eso tengo mi guardado, por si acaso y sonríe. Pero no me asusta, le dice siempre a su madre, aunque en esos momentos la barbilla le tiembla y siente que se le encoge la espalda. Entonces corre como un desesperado, sin sentir el peso del paquete que lleva apretado entre sus brazos.

 Pero tropieza y cae sobre la basura que se acumula en el mercado. Los desperdicios lo lastiman. Se arrastra escondiendo el atado que hizo la madre. Los uniformados ya lo han visto, lo rodean, son tantos.

Sus voces le parecen feroces, él las escucha junto con el ruido que hace su corazón. Ya no sabe qué pasó, después de los golpes y los gritos, hasta las monedas que tenía en el bolsillo no están. Pero él no se rinde así nomás, ¡no te preocupes mamá!, grita. Y va detrás del camión que se lleva el paquete: ¡por favor, jefecito!, pide con los brazos en alto.

Desde la tolva, la autoridad, le da con la vara en la cabeza, en las manos para que se suelte de la baranda donde estaba prendido y acelera arrastrándolo en el camino. Ha caído, pero se levanta y sigue corriendo tras el camión. Todo sucio, mojado de sudor, bañado en lágrimas, se detiene impotente. No da más. No lo alcanzará.



Cuando aún no amanece, él da tumbos en la oscuridad con los ojos achinados por el sueño. Al otro lado de la ciudad, por donde asoma la raya del horizonte, los cerros de arena que todos los días tapan un poquito su casa, van creciendo con la luz.

El agua dormida de una tina lo despertará de su infancia desvelada. Con la cara mojada, mirandose en un trozo de espejo, intenta peinarse su terco cabello que nunca pudo dominar. Impaciente, arroja el peine, y apurado termina de ponerse su uniforme escolar.

Levantado al primer aviso, corre con los bultos, con la carretilla, con los hermanitos que nunca le faltaron. Serafín no ha terminado de dormir su infancia. Es ambulante en el centro de Lima y dice, con cierta arrogancia, que trabaja mejor cuando está solo, cuando no tiene que cuidar de su madre y los chicos. Pero en las fiestas ellos lo acompañaran porque hay mucho negocio, señorita, y se siente importante. Sabe de precios.

Para él todo se puede vender, Cuántos cortes y cosidos tiene su pantalón a la altura del bolsillo. Es que me quedé dormido en el carro y me robaron, toda la plata. Los otros niños lo miran con respeto y un poco de envidia. Hoy volvió a llegar tarde, entonces sonríe arrebolado junto a la puerta y dice nos corretearon otra vez, señorita, y tira la carita hacia atrás y no sabe qué hacer con sus manos y sus pies.
Serafín se duerme haciendo la tarea. Los ojos se le van cerrando y sin darse cuenta, cabecea. Luego se endereza y mira. Pero el cuerpo vuelve mansamente al reposo, a través de las cortinas de tules del sueño. La mejilla aplastada sobre su mano, el brazo acodado resbala y un hilo de saliva cae sobre vaca con "b" de burro. ¡Qué burro que soy, señorita! El futuro del país cabecea medio muerto de can, sacio sobre la silla que trajo su mamá, porque no hay carpetas para este año, señora.


Serafín habla como los grandes, saca pecho y corno los grandes se busca la plata en los bolsillos. Plata que se ha ganado con su trabajo, con la "chamba", señorita y revuelve la arena del cerro con los pies. ¡A la hora del recreo en el kiosco hundido en el arenal del patio, su voz infantil se oye nítida, en medio del griterío, te invito una gaseo sita, señorita, iPídete lo que tú quieras!.

Bueno mis amigos después de leerlo comiesen a responder las preguntas del cual lo pueden descargar gratis y espero lo compartan en sus redes sociales gracias.





                                     DESCARGAR : OPCION A--- // --- OPCION B