El origen de esta publicación es otra guía, La Educación
Sexual de la Primera Infancia, destinada a quienes educan a niñas y niños algo
mayores.
Entonces, al igual que ahora, optamos por hablar de
‘educación sexual’ en lugar de educación afectivo–sexual, porque consideramos
que lo sexual abarca inexorablemente a lo afectivo y, por tanto, es una reiteración
añadir este calificativo.
EL SEXO Y LA DIFERENCIA SEXUAL:
SEXO:
Sabemos si alguien es de un sexo u otro por su cuerpo. No
sólo por sus genitales u otro tipo de signo externo. Las células de los cuerpos
femeninos tienen cromosomas XX (a excepción de las reproductoras que son sólo
X) y las de los cuerpos masculinos tienen cromosomas XY (a excepción de las
reproductoras, que son sólo X o sólo Y). O sea, unos labios, unos hombros o unas
rodillas, son labios, hombros o rodillas de hombre o de mujer.
El sexo, ser hombre o ser mujer, es un significante al que
se le puede dar infinitos significados.
Hombres y mujeres podemos hacer cosas diversas sin que por
ello dejemos de pertenecer a nuestro sexo. Hay, por tanto, infinitas maneras de
ser de uno y de otro sexo.
Ser de un sexo u otro tiene que ver, por tanto, con el cuerpo
y no con las actitudes o actividades que un ser humano desarrolla. Un niño que
juega a ‘las casitas’ es tan niño como otro al que le gusta más jugar al
fútbol. Una niña que a menudo usa pantalones es tan niña como otra a la que le
encantan las faldas y los adornos. Ni este niño está desarrollando su parte
femenina ni esta niña su parte masculina, simplemente asumen como propio lo
que, desde el patriarcado, se ha dicho que no compete a su sexo.
Cuando una niña o un niño reconocen y expresan su propio deseo,
cuando buscan el modo de llevarlo a cabo en el contexto histórico, cultural y/o
familiar que les toca vivir, están dando significados propios a su sexo sin
dejarse llevar por caricaturas impuestas. Sólo así es posible estar a gusto en
el propio cuerpo, en el propio sexo, en la propia piel.
DIFERENCIA SEXUAL:
La experiencia de vivir en un cuerpo femenino o en un cuerpo
masculino y el sentido que cada cual da a esta experiencia, es lo que
denominamos diferencia sexual. La diferencia sexual no es lo mismo que el
género, o sea, no es lo mismo que los estereotipos que las sociedades
patriarcales han caracterizado como lo masculino o lo femenino.
En una clase de 6º de primaria, una educadora propuso a las
niñas y a los niños que contestaran a la siguiente pregunta: ¿Qué diferencias
existen entre niñas y niños? Trabajaron la respuesta en pequeños grupos. En la
puesta en común, ellos y ellas expresaron que, además de las diferencias físicas,
existían otras diferencias. Dijeron, entre otras cosas, que las niñas suelen
ser más estudiosas, cariñosas y hablanchinas, mientras que los niños suelen ser
más pegones, divertidos y revoltosos.
Dijeron también que es raro que a un niño le guste jugar a
los juegos de ‘niñas’ y viceversa, aunque a veces esto sí ocurría. La educadora
tomó nota en la pizarra de todo. Luego, poco a poco, tachó todos los
calificativos que no tenían que ver directamente con el cuerpo y les planteó
que la única diferencia real es la física, mientras que las otras son meras
construcciones culturales. Y de este modo, niñas y niños vieron como esta mujer
iba tachando todas sus reflexiones, dejándoles sólo con el sexo.
Con esta dinámica, ella les expresó que lo construido culturalmente
no es real. Y con esta reflexión, dejó a las criaturas ‘desnudas’, sólo con su
cuerpo, sin recursos, palabras, referentes para pensar sobre qué sentido están
dando a su sexo y qué sentido quieren dar al mismo. Esto sucedió así porque, en
su planteamiento, había un problema epistemológico: ella pensaba que cultura es
sinónimo de constricción, sexismo, género; obviando el hecho de que ser humano
o humana es ser alguien que necesita de la cultura para pensar, ser y vivir.
LA VISIÓN DE NIÑAS Y NIÑOS:
¿Qué se les viene a la cabeza a las niñas y a los niños
cuando escuchan la palabra sexualidad?
Muchas y muchos sienten que se trata de algo que, aunque les
llama poderosamente la atención, no tiene que ver directamente con sus vidas
presentes, sino con su vida futura, algo que les pasará cuando tengan 16, 18 ó
20 años, cuando ‘tengan madurez o preparación’.
Si, cuando tienen 10 u 11 años, se les pregunta directamente
‘¿qué es la sexualidad?’, tanto niñas como niños suelen relacionarla con la
reproducción (‘cuando se tienen niños’) y con el coito.
Suelen reducir la sexualidad a este tipo de prácticas y, por
eso, se extrañan cuando se les dice que ésta acompaña al ser humano desde que
nace hasta que se muere. Estas ideas hacen, además, que les resulte rara la
homosexualidad.
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