Actualmente, se considera que leer y escribir son habilidades del desarrollo mismo del lenguaje, que no se aprenden aisladamente sino en un proceso integrado. Así como se aprende a hablar en un proceso constructivo personal, en interrelación con los demás, no a partir de reglas, del mismo modo la lectura y la escritura responden a un proceso similar de construcción del lenguaje escrito.
Veamos una situación cotidiana que enfrenta un niño pequeño que está en el proceso de aprender el uso del lenguaje oral. Cuando dice por ejemplo “Se ha rompido...” y la mamá le explica “Se dice roto, no rompido”, el niño aprende, en la práctica, que hay excepciones en la formación de las palabras que emplea usualmente.
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De igual modo, los “errores” que comete inicialmente cuando aprende a leer y a escribir, se deben a sus construcciones, a las generalizaciones que está elaborando. Con la acción mediadora del docente se percata de ellos, corrige y ajusta sus “reglas”. Las reglas del mensaje oral las ha ido aprendiendo sistemáticamente, a través de múltiples experiencias, de manera empírica, con muchos referentes a su disposición; en cambio, el lenguaje escrito es un aprendizaje totalmente nuevo para él, las reglas son más complejas, casi no tiene experiencias previas ni referentes de los que guiarse.
La lectura le será, en todo caso, más cercana que la escritura, ya que probablemente ha tenido oportunidad de que alguien le haya leído cuentos y de decodificar, él mismo, símbolos y signos frecuentes en la vida cotidiana; por otro lado, la lectura ofrece menor dificultad cognitiva y motora que la escritura por lo que es frecuente observar que la mayoría de niños domina antes la actividad de leer que la de escribir. Sin embargo, el aprendizaje y ejercicio debe darse de manera simultánea, no es posible esperar a que los niños lean para recién empezar a escribir. Como podemos comprobar, la lectura y la producción escrita se desarrollan paralelamente; para escribir se necesita leer y releer continuamente, por lo que no existen espacios solamente para leer o solamente para escribir.
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PARA RECORDAR Y REFLEXIONAR:
∗ El empleo del lenguaje como herramienta de comunicación implica el desarrollo de las grandes habilidades de hablar, escuchar, leer y escribir. Hablar y escuchar son habilidades del lenguaje oral; leer y escribir corresponden al lenguaje escrito.
Lo importante no es el dominio aislado de estas habilidades, sino que en conjunto favorecen el manejo de una efectiva comunicación.
∗ Leer y escribir se aprenden conjuntamente como procesos dinámicos y constructivos. Requieren la ejercitación de habilidades como la observación reflexiva, la identificación, la comparación, la clasificación, la resolución de problemas, el análisis, la síntesis, la formulación de hipótesis y reglas, la generalización y otras.
Así mismo, una actitud reflexiva y crítica, de diálogo y tolerancia, constancia y capacidad de resiliencia. Cuaderno Silábicos Alfabéticos